La reciente compra de Canal 13 por parte del grupo Luksic forma parte de la tendencia monopólica entre medios de comunicación y grupos económicos de Chile. ¿De qué forma esta similitud en los propietarios de los medios de comunicación y de producción se traduce en la información que consumimos?
El 6 de agosto de este año los medios de comunicación anunciaron la compra del 67% de Canal 13 por parte del grupo Luksic. En el convenio, donde participaron Andónico Luksic, Monseñor Francisco Javier Errázuriz y el rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, la casa de estudios recibió 55 millones de dólares por la transacción.
El grupo Luksic es el principal conglomerado económico del país y participa, a través de sus filiales Quiñeco y Antofagasta PLC, en negocios bancarios y financieros, transportes, alimentos, industria y minería, entre otros. Su patrimonio está estimado en 11 millones de dólares, según la revista Forbes del 2010, que situó a su líder, Andronico Luksic, en el lugar 52 del ranking de los hombres más ricos del mundo.
La noticia cayó de sorpresa, ya que los ojos de la opinión pública estaban puestos en la venta del ex canal del presidente Sebastián Piñera, Chilevisión, que semanas antes había anunciado que se desprendía definitivamente de la señal que manejaba a través del grupo Bancard. En menos de un mes esas dudas también quedaban disipadas. La Red de Televisión Chilevisión S.A era comprada en su totalidad por Turner Broadcasting System Latin America, filial de Time Warner.
UN REPASO AL MAPA CHILENO DE LA TELEVISIÓN Y SUS VÍNCULOS ECONÓMICOS
Mientras Sebastián Piñera se desprendía de un canal, Andrónico Luksic se hacía de otro. Algo que tienen en común estos empresarios es que ambos representan a dos de los cuatro apellidos que hasta el año 2008 controlaban el 47% de los activos de la bolsa chilena y concentraban más del 10% del PIB nacional, según el estudio “Hacia un crecimiento inclusivo: Propuestas de política económica” del economista Luis Eduardo Escobar.
La relación entre grandes empresarios y medios de comunicación es en Chile, como en casi todo el mundo, antigua. Pero fue en dictadura cuando este matrimonio penetró con fuerza en la televisión, pavimentando el camino para llegar a la televisión que consumimos hoy día.
Las primeras estaciones televisivas nacieron de la mano con las universidades, lo que fue regulado por ley el año 1970, declarando que solo las casas de estudio y el Estado podrían ser poseedoras de un canal. Sin embargo, la iniciativa no prosperó ya que los canales debían autofinanciarse mediante la publicidad, lo que las llevó a adoptar un sistema comercial y a endeudarse. A fines del gobierno militar, se permitió a los privados entrar al negocio de la televisión pudiendo poseer la totalidad de una señal. El empresario Ricardo Claro compra en 1990 la segunda señal de TVN, con lo que comienza la paulatina compra y privatización de las estaciones chilenas.
De los siete canales de la Asociación Nacional de Televisión ANATEL, que agrupa a las señales que transmiten en señal abierta, el único que posee relación con el Estado es Televisión Nacional, bajo la forma de una empresa “pública autónoma del Estado”. Esto quiere decir que el Estado es propietario de TVN, pero que el canal debe autofinanciarse a través de la publicidad, compitiendo en igualdad de condiciones con el resto de canales privados. Por lo tanto, TVN tampoco está libre de las presiones de los grupos económicos que manejan la publicidad. Gustavo González, periodista y académico de la Universidad de Chile, explica que “de acuerdo a la ley del Consejo Nacional de Televisión de 1992, negociada minuciosamente entre las dos grandes coaliciones políticas, la televisión pública no puede recibir aportes presupuestarios del Estado y está, por tanto, obligada a un autofinanciamiento que la lleva a adoptar recursos de captación de audiencia y de publicidad similares a los de los canales privados.”
Megavisión, el primer canal privado del país, está en manos del Grupo Claro fundado en 1986 por Ricardo Claro Valdés. La revista Que Pasa lo ubicó en el octavo lugar como el grupo económico más relevante de Chile, en un estudio del 2008. En la actualidad es propietario del Diario Financiero, la revista Capital, la Fundición Talleres; además de participar en la Compañía Sudamericana de Vapores, Cristalerías Chile, Viña Santa Rita, Elecmetal, entre otras.
LA PRESENCIA INTERNACIONAL EN CHILE: WALT DISNEY EN EL CONTINENTE DE LAS MARAVILLAS
La Red Tv pertenece al conglomerado extranjero Alba Communication Group, fundado por el empresario mexicano-estadounidense Remigio Ángel González. Apodado como “El Fantasma” en la prensa internacional por sus escasas apariciones en público. González es dueño de un imperio de las telecomunicaciones en América Central que comenzó en la década de los 80 en Guatemala. A finales de los años noventa se hizo propietario de las 4 estaciones televisivas de señal abierta guatemaltecas, a pesar de que la constitución prohíbe los monopolios y que la propiedad de medios esté en manos de extranjeros. Sus detractores afirman que apoya a los presidentes de turno con campaña publicitaria gratuita a cambio de regalías económicas y constitucionales si son elegidos. Una confirmación de dichos rumores fue que el año 2001 el presidente electo Alfonso Portillo nombró al cuñado y asesor legal de Angel González, Luis Rabbé, como ministro de Comunicaciones e Infraestructura. En dicho periodo se llevaban a cabo importantes debates en materia de legislación televisiva.
En la actualidad González está presente en los medios de prácticamente todos los países de América Latina y el Caribe, predominantemente con la adquisición de canales chicos. En una entrevista concedida el 2002 al diario estadounidense Naples Diary News, el empresario afirmó que su intención era comprar un promedio de tres estaciones por año en América Latina a partir del 2012.
En Chile, con la compra de Chilevisión por parte Time Warner, otro gigante de las telecomunicaciones de envergadura internacional se suma al espectro televisivo chileno. Este grupo comunicacional nació en 1989 con la fusión de Time Inc. y Warner Communications, a lo que luego se anexaron los grupos Turner Broadcasting System y AOL. Actualmente posee diversos canales de cine y entretenimiento como HBO, Cinemax, TNT, Cartoon Network, Fashion TV y un amplio mercado en revistas internacionales, estudios de cine, productores e internet. Además, está a la cabeza de la cadena CNN, que ya está presente en territorio nacional a través de CNN Internacional, CNN Español y por CNN Chile, que comenzó a operar el 2008 en la televisión por cable.
El periodista Ernesto Carmona en el seminario “Periodismo, Ética y Democracia” realizado este año por el Centro Internacional de Estudios Superiores para América Latina expuso de que manera estaban compuestos los grandes consorcios comunicacionales de Estados Unidos, basándose en el estudio “Lord of The Press” del estadounidense George Seldes. Los diez grupos propietarios de medios más influyentes han expandido sus redes en la cotidianeidad de cientos de millones de estadounidenses y latinos a través de la televisión y, especialmente, las noticias. Este grupo de “los diez” está presidido por la cadena Time Warner, y dentro de la lista están, por ejemplo, General Electric, dueña de la NBC y de empresas de energía y aviación, o de la gigante Walt Disney Company, poseedora de la cadena noticiosa ABC, de numerosas productoras, editoriales, parques de diversión, y de negocios petroleros y gasíferos a través de su financiera Sid R. Bass.
Las investigaciones norteamericanas determinaron, según Carmona, que “sólo 118 personas pertenecían a las juntas directivas de los diez grupos “big media”, pero al mismo tiempo ocupaban cargos de dirección en 288 importantes corporaciones estadounidenses y transnacionales. A su vez cuatro de las diez mayores corporaciones de medios tienen en sus juntas directivas a representantes de las más grandes compañías contratistas del ministerio de Defensa norteamericano.”
DE LA CONCENTRACIÓN ECONOMICA A LA CONCENTRACIÓN MENTAL
La televisión tiene una compleja forma de operar. Aunque la pantalla tiene que esforzarse por mostrar lo que “el publico quiere” para obtener mayor rating, no es este publico el que sustenta la televisión, sino sus patrocinadores. La TV debe dejar contentos a ambos.
En la Sexta Encuesta Nacional de Televisión realizada el 2008 por el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) se determinó que los chilenos consumen un promedio de 2 horas 50 minutos de televisión abierta diarias.
Un 53% se declara poco o nada satisfechos con la televisión abierta. Las principales razones entregadas por los encuestados fueron, respectivamente, la abundancia de programas malos, el exceso de farándula y la falta de transmisiones culturales. Un 62% de los encuestados se declaró a favor de legislar para exigir a los canales incluir más horas de programación cultural.
La tendencia muestra que la satisfacción con la televisión abierta crece a medida que disminuye el nivel socioeconómico. Dentro del segmento socioeconómico E, un 57% de las personas se declararon satisfechas con la televisión abierta, mientras que en el estrato ABC1 solo un 34% se inclinó por esta opción.
Actualmente, la Normativa sobre programación cultural exige a los canales un mínimo de una hora de programación cultural semanal. TVN es el canal que más horas semanales dedica a la cultura, siendo el programa más visto la seria histórica Algo Habrán Hecho, según el último Informe de Programación Cultural del CNTV. El Informe exponía que en julio del 2010 el canal estatal había dedicado 884 horas a la programación cultural, CHV 440 horas, Megavisión 368, La Red 367 y Canal 13 309 horas.
Los noticieros son los programas más vistos por los chilenos en la televisión abierta. Un 74% declaró ver las noticias todos los días, y un 22% al menos una vez por semana. A la vez, la televisión fue considerada como el medio más veraz según los encuestados, con un 58% de las preferencias, muy por encima de la radio (23%) y los diarios (10%). “Una importante fuente de información” fue indicada por el 81% de los encuestados como el aporte positivo más relevante de la televisión, seguido de ser una importante fuente de compañía y de entretención.
Hugo Chávez y Rafael Correa, presidentes de Venezuela y Ecuador respectivamente, han denunciado públicamente una campaña mediática en su contra luego de emprender reformas a los modos de producción del sistema capitalista en sus países. "El viejo poder derrocado se atrincheró en algunas empresas de comunicación privadas para, desde la ilegitimidad de los poderes fácticos, tratar de hacer daño a un gobierno de verdadera representación popular", declaraba Correa en un comunicado oficial del Gobierno ecuatoriano. En Chile, sin embargo, la televisión ha tenido un destino más tranquilo, logrado un aparente equilibrio entre sus propietarios de los medios y su público.
El 2009 el departamento de Estudios y Supervisión del CNTV publicó la investigación “Diversidad en Noticieros Centrales de Televisión Abierta”. Los resultados arrojaron que los noticiarios nacionales se dedican un 24% del tiempo a Deportes, un 13% a los Desastres Naturales, un 12% a noticias Policiales y un 11% a la política.
La categoría de problemáticas sociales, definida en el estudio como “aquellas noticias relacionadas con pobreza, discriminación social, discapacitados, aspectos sociales de la drogadicción, problemas étnicos y de inmigración, etc.” ocupan un 3% del tiempo promedio en los noticieros nacionales.
Ernesto Carmona explica que “el esquema de concentración de la propiedad se reproduce en el sistema mediático privado de todos los países latinoamericanos. Empero, varios países poseen por lo menos un canal del Estado. Sólo en Chile, la estación pública no exhibe diferencias con la televisión privada respecto a sus valores de clase, criterios peyorativos y sesgados contra los pobres, e incluso se financia con publicidad”.
El complejo y potente poder de la televisión ya fue advertido por los empresarios chilenos, quienes se esfuerzan en concentrar la percepción de realidad que por las pantallas se exhibe. Sin embargo, la opinión pública, poderosa y temida, pero abstracta y escurridiza, recurre cada vez más a soportes como el internet, las redes sociales o la organización barrial para informarse. A la vez, la ley de televisión digital podría permitir el ingreso de más canales a la televisión abierta, todo lo cual está siendo debatido en el parlamento ante la mirada atenta de los actores sociales involucrados. Sin duda, se avecinan tiempos interesantes.
Koni Avila
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